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sábado, 30 de enero de 2016

Pienso luego escribo: Empezar de cero

¡Hola cielines!

Madre mía, esta sección tenía hasta telarañas xD (Pandi: Normal, si es que eres una vaga ¬¬) No tenía ni en mente actualizarla (Pandi: Normal, ya ni te acordarías de ella ¬¬), pero trasteando el otro día por mi ordenador, encontré un Word  donde tenía escrito este relato. Recuerdo que lo hice para el concurso de un blog, y que como requisitos debía ocupar una carilla de Word más o menos y aparecer estas palabras: Instituto, amor, disparates, moto, ventilador y azulejo... y salió esto xD Me gustaría que me dierais vuestra más sincera opinión, así que si os parece una mierda no os cortéis, prefiero que me digáis la verdad ;P (Pandi: No cortaros que nos vamos a reir xD). Pues bueno ¡Allá va! =P


EMPEZAR DE CERO

Lara se encontraba, tal y como habían acordado, en la puerta del instituto a las tres de la tarde. Su cara pálida y sus piernas temblorosas indicaban que no esperaba una visita muy agradable.

-¿Qué haces aquí? ¿Te ha invadido la nostalgia?- resonó una voz a su espalda que pertenecía a Eva, su amiga de toda la vida.- ¿Qué te pasa? Parece que hubieses visto a un muerto.- dijo al observar con detenimiento el rostro de su amiga.

-Nada, estoy bien.- dijo Lara dibujando una tímida sonrisa con la esperanza de que su amiga la creyera.- Solo estoy aquí para...arreglar unos asuntillos que tengo pendientes.

-Si tú lo dices... ¡Ah! Por cierto, esta noche Pedro y yo vamos a ir al bar nuevo de la avenida, ¿Quieres pasarte por allí con Alex? Pedro conoce al dueño y puede que nos inviten a unas copas.- Anunció Eva con una expresión divertida.

Al escuchar el nombre de Alex, Lara sintió un nudo que le oprimía la garganta.

-No lo sé Eva, todavía no he hablado con Alex, además creo que hoy salía tarde del taller y no creo que le apetezca mucha fiesta.- Alcanzó a decir.

- ¡AH! Ya entiendo...Queréis estar solitos ¿Es eso?.- sonrió Eva.- Pues que no se te vaya la cabeza, que con el amor y los cariños luego una comete disparates.- Dijo con una sonrisa picarona.- Bueno me voy, si te animas me llamas ¿vale?

- De acuerdo, que lo pases bien.- Lara volvió a forzar la sonrisa y despidió a su amiga con la mano. Se sintió algo más aliviada cuando dejo de ver a Eva, no quería ponerla en peligro. Lo que no sabía es que esa sería la última vez que se verían cara a cara.

Tras unos minutos apareció un coche negro con los cristales tintados y paró en frente suya. Lara sintió como el miedo corría por sus venas más rápido que su propia sangre. Reconoció al hombre moreno y enchaquetado que iba al volante, el que desde hacía un año estaba convirtiendo su vida en una pesadilla. Subió al coche por la parte trasera y se quedó paralizada por el pánico, hasta que el coche emprendió la marcha.

-¡Qué puntual! Ya no estamos tan rebeldes como el mes pasado por lo que veo...- dijo el enchaquetado observando a Lara por el retrovisor.

-¿Donde está Alex?.- espetó Lara desafiante, intentando ocultar todo el miedo que sentía.

- A salvo, pero sabes que eso depende de ti ¿Has traído lo que te pedí?

- Sí, lo tengo todo.

- Buena chica.- dijo el individuo dejando entrever una sonrisa.

En un abrir y cerrar de ojos llegaron a un garaje donde Lara pudo ver aparcada la moto de Alex, y eso la hizo inquietarse más. Al salir del coche, el hombre la agarró por un brazo y la hizo bajar por una trampilla que conducía a una habitación decorada únicamente por una mesa, dos sillas y un ventilador colgado del techo.

-¡Lara!- gritó Alex desde el otro extremo de la sala.- ¡Suéltala!- gritó, intentando deshacerse de los hombres que lo sujetaban. 

Lara sentía cómo las lágrimas caían por sus mejillas al ver a Alex con la cara ensangrentada. Le habían pegado una paliza. Acto seguido, Lara sacó un paquete que tenía guardado en el bolso y se lo entregó al hombre que la sujetaba. Este la soltó y abrió el paquete encima de la mesa. Estaba repleto de joyas de gran valor que en su día habían pertenecido a la madre de Lara. El hombre las observó con detenimiento comprobando si eran verdaderas. Tras unos minutos mostró una sonrisa complaciente y se dirigió a los hombres que sujetaban a Alex. 

-Soltadlo, puede marcharse.

Alex se dirigió a Lara, que estaba hecha un mar de lágrimas y tiró de ella hasta la salida.

- He dicho que puede marcharse el chico, la chica se queda con nosotros.- anunció el enchaquetado que no le quitaba ojo a las joyas.

- ¡No voy a darte nada más!¡Solo quiero que me dejes en paz!¡No puedo más!- chilló Lara desesperada bañada en lágrimas.

-¿Crees que soy tan estúpido como para dejar escapar a la huérfana de 19 años más rica del momento? Parece que todavía no te has enterado de cómo trabajamos nosotros. Tus padres serían marqueses, pero no eran santos. Tengo muchos documentos y pruebas que podrían deshonrar su memoria y ninguno de los dos queremos eso ¿A que no?- dijo el hombre acercándose cada vez más a Lara.

Todo pasó muy rápido. Alex apareció detrás del hombre con una silla en las manos y se la estampó en la cabeza. Luego tiró de Lara hasta la salida, la cual lo último que pudo ver de la sala fue el azulejo salpicado de sangre del hombre al que Alex acababa de matar. Los secuaces tardaron unos segundos en reaccionar y sacar sus pistolas. Lara y Alex consiguieron esquivar los tiros, montarse en la moto y huir a toda velocidad. Hasta que no llegaron a un descampado a las afueras de la ciudad, Alex no dejó de conducir como un loco. Ambos se bajaron de la moto e intentaron tranquilizarse un poco.

-Tenemos que huir de aquí.- dijo Alex, al cual todavía le temblaban las piernas.

-¿Donde vamos a ir? ¿Cómo vamos a sobrevivir? No podemos irnos así como así, no es tan fácil.

- Lara ¿Es que no lo entiendes? ¡He matado a un hombre! Y a ti no van a dejar de chantajearte, van a implicarte también en esto. Tenemos que irnos. Con el dinero de los dos podremos sobrevivir durante un tiempo hasta que encontremos algo, y tengo a un amigo que puede ayudarnos a desaparecer. No podemos quedarnos, Lara.

Lara lo sopesó, y decidió que tenía razón. Durante las siguientes horas reunieron todo el dinero que tenían y algo de ropa para emprender el viaje hacia lo que sería su nueva vida. El amigo de Alex les consiguió unos carnets y unos pasaportes falsos que les ayudarían a pasar desapercibidos.
Antes de irse, Lara dejó una carta en el buzón de Eva para explicarle la situación. Confiaba en ella, y no podía marcharse sin al menos una carta de despedida. La echaría muchísimo de menos.

Mientras se montaban en un autobús con un destino desconocido, Lara estaba aferrada a la mano de Alex mientras éste la miraba con una sonrisa cálida con la que pretendía tranquilizarla. Ella tenía miedo, sabía que iba a ser duro, pero también tenía la seguridad de que juntos serían capaces de todo, incluso de empezar de cero.


¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Sed sinceros y decídmelo en los comentarios, me haría mucha ilusión =P (Pandi: No seáis pelotas, decidle la verdad).


¡Muchos besitos a todos! =D

jueves, 16 de agosto de 2012

Nada es lo que parece

¡Hola cielines!

Pues sí, hoy estamos de inauguración =D Se trata de la inauguración de la sección Pienso luego escribo en donde publicaré pequeños relatos que escribí hace algún tiempo pero que han quedado perdidos entre las carpetas de mi ordenador =P


En este caso, se trata de un relato de terror que realicé para un concurso, no es nada del otro mundo, pero espero que os guste =)


Nada es lo que parece

Conducía lo más rápido que podía. El acelerador iba a consumirse con la suela de su zapato pero no le importaba. Lo único que se le pasaba por la mente era huir de ese lugar. Su corazón iba en sintonía con el rugido del motor y con nerviosismo miraba por el retrovisor para asegurarse de que seguía sola en aquella interminable carretera.

- No pasa nada, la carretera está desierta, dentro de poco vas a llegar Ana- se decía a sí misma para tranquilizarse.

Respiró hondo y aminoró la velocidad. No tenía nada de qué preocuparse, en menos de cinco minutos llegaría a su destino y se acabaría todo. Mientras avanzaba pudo visualizar la figura de un hombre y que le hacía señas para que parase. Era policía. Paró el coche en el andén de la carretera y abrió la ventanilla.

- ¿Documentación por favor?

Ana rebuscó en su cartera y le tendió el carnet. Luego abrió la guantera y sacó los papeles del coche. Esperó sin decir nada sin parar de mirar por el espejo retrovisor mientras el policía comprobaba que todo estaba correctamente.

- ¿Qué le pasa? Parece nerviosa. No se preocupe todo está en regla no voy a multarla - dijo el policía con una sonrisa amigable.

- Nada, solo que no me gusta conducir tan entrada la noche – respondió Ana con un amago de sonrisa.

- ¿Qué le ha pasado en la mano?

En ese momento Ana reparó en su mano derecha que agarraba el volante manchada de sangre.

- ¡Vaya! Habrá sido un corte. No me había dado ni cuenta – dijo Ana con una fingida sorpresa.

El policía analizó a Ana durante un minuto. Ana le aguantó la mirada intentando sonreír hasta que decidió creerla.

- Tenga cuidado. Buen viaje – alcanzó a decir el policía devolviéndole la documentación.

- Gracias.

Ana arrancó el coche y siguió avanzando aliviada por esa oscura carretera. Se alegró al divisar a lo lejos la casa de piedra de su abuela. Ella se la dejó en herencia cuando murió y era el único lugar del mundo donde lograba sentirse segura. Aquella casa se encontraba sola a las afueras de un pueblo de la sierra acompañada de una abundante vegetación. Era imposible encontrarla si no sabías de su existencia. Sin lugar a dudas el sitio perfecto para la situación en la que se encontraba.

Aparcó el coche en la esquina derecha de la casa. Desabrochó su cinturón a toda prisa y bajó del coche. Contempló el paisaje durante un momento para cerciorarse de que seguía sola y al comprobarlo se dirigió hacia el maletero de su coche. Dentro de él se encontraba el cadáver ensangrentado de un chico de unos 25 años de edad. Ana no se inmutó al ver tan macabra escena, sino que en su defecto, cogió al chico por los brazos y lo llevó arrastrando hasta el interior de la casa, dejando un rastro de sangre por donde pasaba.

Con el cuerpo todavía a cuestas se dirigió hacia el sótano. Al abrir la puerta con la llave brotó un hedor insoportable de aquel lugar. Bajó las escaleras todavía a oscuras sin percibir dicho olor, ya que le parecía normal. Al encontrarse abajo buscó el interruptor y encendió la luz. Cinco cadáveres en descomposición estaban sentados en distintos lugares de la sala. Ana no pudo reprimir mostrar una media sonrisa ante tal escena. Se dirigió a una esquina de la habitación y sentó al sexto cadáver. Parece que estaba hecha para él pensó. Ana contempló al nueva pieza de su colección durante un minuto y luego se agachó hasta ponerse a la altura de su rostro.

- Raúl, Raúl, te lo advertí, tú te lo has buscado. No podía dejarte vivir, tienes que comprenderme. Celia es mi mejor amiga, y no podía permitir que te la llevaras a Nueva York, ella nunca se habría adaptado a ese sitio y la alejarías de mi. Te lo dije por las buenas pero no quisiste escucharme. No quise llegar a esto pero no me dejaste otra opción.

Ana se levantó y deambuló un poco por la estancia.

- ¡Ninguno de vosotros quiso escucharme!- gritó furiosa.- ¡No podéis arrebatarme mis cosas!

Ana se dirigió al cadáver de una chica morena que apenas podía distinguirse su cara.

- ¡Tú fuiste quien lo empezaste todo!- Chilló Ana desgarrándose la garganta y propinándole un puñetazo al cadáver que hizo caerlo al suelo. - ¡Todos están muertos por tu culpa! Siempre me hiciste sentir como una estúpida a tu lado. Me lo quitabas todo ¡Y nunca te importó eso!- gritó Ana encharcando su cara en lágrimas.- Papá y mamá siempre te prefirieron a ti Mónica siempre fue la mejor y de Ana nunca se acordaba nadie. Me harté de vivir a tu sombra, y tuve que matarte. A partir de ese momento juré que nadie me arrebataría nada, y el que intentara hacerlo, te haría compañía.

Caminó hasta el centro de la sala agarrándose la cabeza y riéndose nerviosamente. Al pasar sus manos por su cabello rubio tiñó algunos de sus pelos con la sangre del cadáver de Raúl.

- ¿Sabes qué hermanita? Aunque no lo creas te quiero muchísimo. No quería que pasases por lo mismo que yo. Nunca estarás sola, me tienes a mí y a mis queridos muertos. Juntos podemos llegar a ser una gran familia.- dijo Ana sonriendo y acariciando la cara de su hermana muerta.

Ana apagó la luz y se dirigió hacia la puerta del sótano. Cuando se disponía a salir se volvió hacia la estancia y dijo.

- Se me olvidaba. No te preocupes Raúl, Celia estará en buenas manos.

Tras decir esto Ana sonrió y cerró la puerta con llave. Limpió el suelo de la entrada y el coche como ya había hecho otras veces. Se dio un baño para borrar las manchas de sangre de su cuerpo y luego subió al coche para poner rumbo a su departamento.

Durante el trayecto Ana se reconfortaba diciéndose a sí misma.

- Nadie sospechará de mí y nadie podrá encontrarlos.

Ana siguió lo que quedaba de su camino pensando quién podría ser la próxima víctima que se uniera a su familia de muertos. ¿Quién sabe? Puede que el siguiente seas tú.
¿Qué os ha parecido? Comentad y sed sinceros ¡Me interesa muchísimo vuestra opinión! =P
¡Muchos besitos!